domingo, 25 de noviembre de 2012

La mayéutica, Zougam, y los otros

La mayéutica podría entenderse como una técnica que consiste en facilitar que una persona, al responder a unos interrogantes, llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través de un mero conocimiento aprendido. 

En la larga travesía de las víctimas del 11M por los océanos de la Soledad y el Olvido, se ha producido un cierto revuelo al llegar el eco de la noticia de que una juez quiere escuchar a Jamal Zougam.  Hoy propongo a quienes acompañamos a esos olvidados navegantes, un ejercicio de mayéutica sobre el caso Zougam. Saque cada uno de ustedes su propia conclusión.

Para quien aún no lo sepa, Jamal Zougam es un marroquí al que detuvo la policía española en Madrid,  tras los atentados del 11M, acusado de vender tarjetas de teléfono, y al que los magistrados de un tribunal especial español, condenaron años después a más de 420 siglos de cárcel por llevar una mochila a la espalda en un tren... (lo de la mochila según testimonio de supuestos testigos).


AUDIENCIA NACIONAL
SALA DE LO PENAL
Sección Segunda
Sumario número 20/04 del
Juzgado Central de Instrucción núm.6.
Rollo de Sala núm. 5/05.
______________________________________________________
Sentencia número 65/2007.
Presidente:
Ilmo. Sr. Don Javier Gómez Bermúdez (Ponente)
Magistrados:
Ilmo. Sr. Don Félix Alfonso Guevara Marcos.
Ilmo. Sr. Don Fernando García Nicolás.


Los caballeros arriba remarcados, en la sentencia aludida, en la página 526, y sabedores de que la venta de tarjetas telefónicas seguía sin ser delito en España al momento de redactar esa sentencia, por razones que no alcanzo a entender, siguen insistiendo en querer probar ¿? esa venta por parte de Jamal Zougam, y así dice el epígrafe en el que pusieron su afán: 
III. 4. Prueba sobre el origen del teléfono y de la tarjeta del artefacto explosivo desactivado en el parque Azorín. Relación con Zougam y el grupo terrorista (hecho probado 4).
y dos páginas más adelante, en la 528 dicen:

y en el folio 1840, el albarán para documentar el hecho probado y su sexto renglón:


Tampoco se hace necesario recurrir a la mayéutica para comprobar que en el sexto renglón ni aparece el apellido Bakali ni en el número 100 aparecen los números de serie de las tarjetas vendidas. Pero es igual. De lo que se trata es de que este documento, para los caballeros del tribunal, sirve para probar un hecho y convertirlo en verdad judicial

Aunque... si le condenan por ser autor material de la colocación de los explosivos ¿qué importancia puede tener ese empeño en probar la compra -que no la venta ni entrega- de unas tarjetas telefónicas?.

comencemos con el ejercicio de mayéutica...


Exactamente un año antes de que Mariano Rajoy resultase elegido en unas listas cerradas, como gran timonel del pueblo español, tres personas disfrazadas lanzaron un mensaje por tv al gobierno español anunciando el fin de hostilidades de una banda de asesinos en serie.  Casi un año después es detenida una integrante de la banda y se publica que "se cree" fuese una de las disfrazadas en aquél anuncio.  Las preguntas para nuestro ejercicio de mayéutica son:

1º.- ¿Qué es lo que movió al gobierno -y a la oposición de entonces- a dar credibilidad a unos sujetos disfrazados de los que (teóricamente) se ignora si son o no de la banda?

2º.- ¿Qué motivó la confianza de todo un gobierno, su oposición -y sobre todo- de los servicios de inteligencia, en lo que decían unas personas que ocultaban su identidad?

3º.-  ¿Hubiera existido la misma confianza, a la vista de lo hecho, si los que hablasen fuesen disfrazados como en esta foto?


4º.- ¿Cree usted posible que alguien relacionado con el Estado conozca tan bien lo que piensa la banda como para asegurar que lo que dicen los disfrazados coincide con lo que decide la dirección de la banda? ¿Qué sabía el ministro de interior a 6 años vista para garantizar que no existiría el terrorismo de ETA en 2016?

5º.-  ¿Hubiera podido tener lugar la aceptación por el Estado de la escena de los disfraces, y estarían afanados en la paz si de la matanza del 11M hubiese aparecido la banda como culpable?

6º.-  ¿Cree usted que el hecho de comprobar que el explosivo utilizado en la matanza hubiese sido Titadyne habría sido motivo suficiente para culpar a la banda, sin pensar en otras opciones?

7º.- ¿Cree usted que únicamente la banda tiene acceso al Titadyne?

8º.- ¿Cree usted que el objetivo del ataque era hacer perder las elecciones al partido que está llevando a cabo los acuerdos con la banda?

9º.- ¿Cree usted que ante las crisis técnicas son los políticos los que deciden las soluciones a adoptar?







martes, 26 de junio de 2012

Otman El Comodín

 

 

Joker

 

 

Un comodín en la baraja

La conclusa verdad judicial tras el juicio por la masacre de Madrid de Marzo de 2004, mandó a prisión a 3 individuos condenados, cada uno de ellos, a penas de centenares de siglos de cárcel.

Uno de esos tres condenados, como terrorista, a cientos de siglos de cárcel  por asesinar a 191 personas e intentar el asesinato de otras 1856, es un moro indocumentado del que no consta en lugar alguno del sumario, su verdadera identidad. 

Pero no acaba ahí la sorpresa. Los motivos básicos que dieron con los huesos del moro en prisión son el de haber trabajado de albañil en una finca, reconocer que mantuvo una conversación telefónica en la que no aparece ni una sola palabra relativa a delincuencia, y decir que había intercambiado un teléfono con otro moro.

La identidad


La policía afirma que está indocumentado.
En el folio 6066 aparece la declaración del moro efectuada a las 22:05 del 30.03.04 (que según la policía se negó a firmar el interesado sin motivo aparente), donde puede apreciarse -ya en las primeras 9 líneas- que el apellido varía de Gnaut a Ganout, y donde la policía acredita que carece de  documento alguno de identificación,  al tiempo que redacta unos datos de identidad, que vincula  a un número de pasaporte de Marruecos. También colocan ahí que su número de móvil es el 606.547.560.

Pasaporte relacionado con el detenido.
La policía no explica en lugar alguno qué la mueve a relacionar la supuesta identidad del detenido con un concreto pasaporte marroquí. Una posibilidad pudiera ser un pasaporte marroquí hallado cuatro días antes en la vivienda de un tal Hamid Ahmidan, primo de otro marroquí llamado Abdelillah Ahmidan, al que la policía apoda El Chino. Como podemos ver, en ése pasaporte aparece el nombre de Otman El Gnaoui y coincide el número con el mencionado en la declaración del indocumentado. Sin embargo no es posible encontrar explicación al hecho de que teniendo ése pasaporte a la vista, escribiesen el apellido o bien confundiendo el trazo inferior de la I con la línea de escritura (GNAOUT en lugar de GNAOUI) o como fonético de GNAOUT en francés (GNAUT). En los dos casos cabe deducir que quien está escribiendo la declaración no tiene a la vista el pasaporte. Y resulta corroborado por el hecho añadido de que figurando en el pasaporte como domicilio Plaza de la Coronación, en la declaración escriban calle del Coronel. En cualquier caso nos quedamos sin conocer su domicilio real puesto que, por extraño que pueda parecer, no consta que se registrase domicilio alguno de tan peligroso terrorista.

Y el propio juez instructor, al tomarle declaración (folios 71.978 y 71.980), le llama Otman El Kanaoui.

En el folio 13.770, un prudente informe de la Policía Científica  sobre ése pasaporte, dice que no puede confirmar la falsedad del soporte, ni de los datos ni tampoco de la fotografía.

El teléfono



Tres meses antes de la matanza, concretamente el 12 de Diciembre de 2003, unos policías de la UDYCO que investigaban tráfico de drogas obtuvieron de un juez de Parla (Madrid), el oportuno mandamiento para intervenir las conversaciones del teléfono 606.547.560 (de la compañía Movistar y sin datos de titularidad ya que era de pago previo), por ser el que utilizaba un traficante conocido como El Chino. La intervención fue prorrogada sucesivamente el 09.01.04 y 06.02.04 "debido al éxito de las investigaciones del tráfico de drogas" (folios 14.331 y 14.333).

En el sumario también aparece un escrito del jefe de los policías que investigaban esos tráficos de droga, solicitando al juez el cese de la intervención del 606.547.560. El escrito lleva fecha del día siguiente a los atentados.

18 días después, los policías de la UCIE que investigan los atentados, detienen al moro indocumentado que nos ocupa, el cual reconoce como suyo el teléfono 606.547.560.

La conversación

Uno de los argumentos que llevaron al moro indocumentado a presidio, acusado por los atentados,  fue una conversación telefónica. Una curiosa conversación que los policías que investigaron el atentado, aseguran se realizó a través del teléfono 606.547.560 que estaba intervenido por otros policías que investigaban asuntos de drogas.

El moro reconoce como suyo el teléfono y la conversación, pese a que no exista peritaje alguno que confirme al juez  que una de las personas grabadas en la conversación es el indocumentado.

El caso es que esa conversación que coadyuvó a la condena de más de 429 siglos de cárcel, plantea una serie de problemas no resueltos. Según la instrucción del sumario, el 28 de Febrero un sujeto llamado Jamal Ahmidan intercambió su teléfono Nokia con el Sharp del indocumentado, y viajó en coche hasta Avilés (Asturias) donde recogió unos cientos de kilos de explosivos en una mina, durante la noche. Al día siguiente, cuando bajaba en coche hacia Madrid llevando los explosivos, Jamal llamó al indocumentado, que se encontraba en Madrid, y tuvo lugar la peculiar conversación.

La conversación se torna peculiar porque es imposible conocer el contenido de la misma.

Y ello pese a que la instrucción considera esa conversación la clave de algunos aspectos del caso del 11-M.

El condenado Otman aceptó durante el juicio que era él quien hablaba, y el contenido de la conversación consta en el sumario... pero desconocemos su contenido.

La causa es que -según está documentado- la conversación es en árabe y existen tres transcripciones distintas: la de la UDYCO en plan resumen, otra -íntegra- pedida por el juez instructor del 11-M, y una tercera a modo de corrección, en el juzgado que autorizó las escuchas del 606.547.560. Y las tres resultan diferentes en aspectos clave, hasta el punto que el supuesto resumen de la UDYCO tiene más información que la supuesta íntegra del juez instructor, sin que en ninguna de las tres versiones aparezca referencia alguna a actividad delictiva. De hecho, las supuestas transcripciones en su conjunto, forman una especie de ojos del Guadiana puesto que según sea el destinatario de las transcripciones, las conversaciones se alargan o se reducen, o simplemente desaparece un periodo de casi dos horas en el que según los listados de tráfico de la compañía, se produjeron llamadas.

El viaje del teléfono


Para acreditar el viaje de Jamal a Avilés, la policía se basó en los posicionamientos que la red GSM daba del teléfono que portaba Jamal. Posicionamientos basados en la tarjeta de Amena que -afirma la policía- llevaba Jamal consigo (665.040.605). Pero, si había cambiado el teléfono con el moro indocumentado ¿cómo pudo ser la tarjeta de Jamal la que viajase?.
La respuesta probable es que intercambiaran el terminal pero manteniendo cada uno su tarjeta, es decir, el indocumentado la suya de Movistar alojada en el terminal Nokia, y Jamal la suya de Amena en el terminal Sharp. Aunque tal cosa es imposible, porque en el folio 21.077, Telefónica-Movistar informa al juez instructor que el terminal Nokia que asigna la policía a Jamal Ahmidan para ese viaje (IMEI 351476800871854) nunca fue activado en su red, y eso significa que jamás utilizó tarjeta alguna de Movistar, es decir: que nunca alojó la tarjeta de Movistar 606.547.560 que la policía asigna al indocumentado.

Aunque el indocumentado admite el uso de un teléfono y el cambio imposible con otro durante la fatídica conversación, cuando le detienen el día 30 de Marzo no le ocupan ni el Sharp ni el Nokia, sino un Siemens.

Teléfono ocupado al indocumentado.

Claro que la policía afirma que trece días antes (el 17 de Marzo) ése mismo teléfono Sharp que el indocumentado dice es suyo, llevaba instalada la tarjeta 627.031.949. Y la policía dice que esta tarjeta (a la que ellos mismos mencionan como "ibicenca") se encontraba en Baleares.
Y también dice que estaba en Baleares cuando recibió varias llamadas de Jamal Ahmidan durante el viaje a Avilés a finales de Febrero.
Y también dice que estaba en Baleares cuando recibió 8 llamadas de los policías de la UCIE durante el mes de Mayo.

Escogiendo baraja para el comodín



De esta manera tanto los policías de la Unidad de Droga y Crimen Organizado como los de la Unidad Central de Información Exterior (terrorismo árabe), coinciden usando un comodín al que ambos llaman Otman y que utiliza el mismo número de teléfono: 606.547.560, y que finalmente se queda en la baraja del caso 11-M.

El caso es que la UDYCO, a la que tantos éxitos aportaba la intervención del teléfono 606547560 del comodín, el 19 de Mayo de 2004 detiene a los que investigaba en el asunto de tráfico de estupefacientes, y entre ellos aparece un personaje llamado Otman aunque apellidado El Kheline. El apellido es la primera vez que se menciona, puesto que en las transcripciones de las escuchas e informes al juzgado solamente hablan de un tal Otman

Cuando en Abril de 2005, el Juzgado de lo Penal nº 16 de Madrid dictó la sentencia 140/05 sobre el caso investigado por la UDYCO, esta fue recogida en el sumario del 11-M en folio 66.636 y siguientes, citando en ellos a los implicados: los marroquíes 
Mohamed Reda Meduri, 
Othman El Kheline, 
Tarik Meduri, 
Houda El Haddad,
Lofti Sbai 
y el español Paulino S.R.

Es decir: un total de cinco marroquíes, y con toda la apariencia de que, o sobra un Otman (El Kheline), o falta un teléfono (el del "otro" Otman mutado al caso 11-M). Porque el Otman al que le tenían intervenido el teléfono los de la UDYCO es el que está detenido por terrorismo, y al parecer se olvidaron de procesarlo por tráfico de drogas tanto en el juzgado 16 como en la Audiencia Nacional.

En las alegaciones de la defensa de estos 5 marroquíes, se hizo especial hincapié en solicitar la anulación de las escuchas telefónicas, lo que fue desechado argumentando la importancia de las escuchas, y entre otras frases ésta:


en la que se menciona cuatro acusados de origen marroquí y tres teléfonos. Parece también haber olvidado el teléfono 606.547.560 y al tal Otman (con cualquiera de los apellidos), "que tantos éxitos dio a la investigación".

Una respuesta inquietante



Diario de Sesiones 19.10.04
Pero si era el mismo teléfono el de la UDYCO y el del 11-M, ¿se trataba del mismo Otman o dos distintos?.
La respuesta pudiera estar en el Diario de Sesiones del Congreso, de la VIII legislatura, Comisiones de Investigación, en la correspondiente al 19 de Octubre de 2004, en la página 26, cuando la diputada Barkos interpela al comisario jefe de la UDYCO sobre el Otman de esa conversación.

Los hechos



El 31 de Octubre de 2007, y actuando en nombre del Rey, un tribunal especial que aún se mantiene en el Reino de España, condenó  a Otman El Gnaoui a 42.924 años de prisión.

A fecha de hoy, y teniendo en cuenta la documentación existente, nadie ha sentido el más mínimo interés en conocer la identidad real del indocumentado conocido como Otman El Ganoui. Ni policías, ni abogados, ni fiscales, ni juez instructor, ni los magistrados del tribunal especial, ni siquiera el propio Rey.

Hay un tipo penando por el más grave ataque a la población civil sufrido en España en tiempos de paz, y no podemos saber cómo se llama.


domingo, 11 de marzo de 2012

Cuando las apariencias engañan

Formalmente, una serie de etiquetas o liturgias sociales acostumbran, en ocasiones, a ayudar a nuestro indefenso cerebro a estructurar un pensamiento... equivocado.

Por ejemplo, ver a un señor vestido con un hábito negro en una sala impersonal, unido a la información de que ese señor es un juez, puede llevarnos a cometer un error que más tarde podremos lamentar. El asunto puede tener componentes que agraven la situación: el gesto adusto del señor del hábito, o quizá su porte, o tal vez el gesto ampuloso al mover las amplias mangas del hábito, diseñado a modo de capa de gran vuelo y que confiere una falsa sensación de majestuosidad al individuo enlutado.
El error que con excesiva frecuencia suele cometerse consiste en esperar que cuando el señor termine de decir frases incomprensibles para la mayoría de los mortales, tecnicismos varios, gesticulaciones severas y fruncir el entrecejo, de sus ojos emane una  especie de zarza ardiente donde se halle la Justicia. Porque entonces, y justo entonces es cuando va y la pifia.

Ese es el momento mágico. Es cuando los tópicos y la imaginería social se nos vienen al suelo y nos asalta la duda más vieja del mundo: ¿el señor del hábito negro y embellecido con puñetas, es un ser básicamente bobo o básicamente malvado?

Hace ya muchos años, en un país muy lejano, habitó un señor que tenía un hábito negro con puñetas. Y por razones -quizá- del destino, le tocó instruir el sumario judicial con las investigaciones encargadas de averiguar, quién, cómo, cuándo, porqué y donde, decidió asesinar a 2000 españoles, consiguiendo 192 asesinatos consumados y 1853 en grado de tentativa, que resultaron mutilados física y psíquicamente.

Aquél señor admitió un día una prueba que identificaba sin dudas a los autores materiales de la masacre. La prueba consistía en un coche Skoda Fabia  preñado de ADN islámico. Tan buena era la prueba que el señor del hábito negro decidió unirla a su sumario. El coche había sido encontrado en las inmediaciones de la estación de tren de Alcalá de Henares, tan sólo 3 meses después de los asesinatos. Todo un éxito de la policía, naturalmente.

Hubo una ocasión, en la instrucción del sumario, que resultó vital para la investigación. Se trata del momento en que sin que nadie sepa quién lo ordenó y quién lo realizó, la escena de la matanza desapareció. Si. Tal cual. Ni rastro.
De hecho, cuando durante el juicio, las partes personadas solicitaron una prueba pericial sobre los restos encontrados en los focos de las 12 explosiones, el señor del hábito negro que instruía el sumario, sólo había conseguido un par de clavos oxidados y un poco de polvo de un extintor. Dijo que no había nada más.

Un tiempo más tarde, el Cuarto Poder consiguió demostrar con enorme eficacia, que el coche Skoda Fabia no estuvo donde el señor del hábito dijo. Un periodista acreditó tan fehacientemente la falsedad de esa prueba, que el señor del hábito negro se vio en la necesidad de reconocer que no era posible demostrar que el día de los asesinatos el coche estuviese donde dijo la policía.

También, un tiempo más tarde, el Cuarto Poder consiguió localizar no unos clavos, sino todo un vagón del tren donde explotó la bomba de una de las estaciones. Si, si: uno de los desaparecidos.

El señor del hábito negro, con las mangas adornadas con puñetas, aún no ha preguntado por qué el coche que era una prueba falsa tenía ADN real de los sospechosos, y tampoco lo más inquietante de todo: ¿quién con acceso al ADN puso la prueba falsa?.

Tampoco ha preguntado quién y porqué escondió todo un vagón de tren, escenario del mayor atentado de la historia en la Europa no bélica.

Y la pregunta es inevitable: ¿el atrezzo de hábito y puñetas en éste caso, fue  para decorar a un bobo o a un malvado?

Y sólo una respuesta es posible.
Porque cuando un juez se deja escamotear un vagón de tren en sus narices, o que los coches con ADN islámico con denominación de origen, aparezcan y desaparezcan sin molestarse en preguntar siquiera quién le anda vacilando, la respuesta es una y unívoca.





lunes, 20 de febrero de 2012

El testigo ultraligero

La masacre cometida en Marzo de 2004 en Madrid, fue seguida de un procedimiento judicial que contenía investigaciones policiales.

Esas investigaciones sirvieron para establecer una serie de hechos tenidos como ciertos. 

Uno de esos hechos establecidos por aquellos policías fue que el cabecilla de la mano de obra utilizada para la matanza era moro, se llamaba Jamal Ahmidan y que conspiró en un chamizo ubicado en una finca rústica en el término municipal de Morata de Tajuña.

Y para reforzar esa afirmación, la policía consiguió, e incorporó al sumario, la declaración de un testigo que afirmó haber visto físicamente al citado moro en el citado lugar. Esa declaración es relevante por tratarse del único testimonio de la existencia y presencia de Jamal Ahmidan en la finca... que no procede de un imputado.

También resulta sobresaliente por formar parte del conjunto de sucesos físicamente sorprendentes descubiertos durante la investigación.

El testigo, que responde a las iniciales A.G.S., había sido contratado como conductor de reparto en un almacén de material de construcción sito en la localidad de Rivas-Vaciamadrid, precisamente el mismo día (20 de Febrero de 2004) en que -según él- Jamal Ahmidan acudió a ese almacén para encargar unos materiales.

Afirma A.G.S., que el mismo día de su alta en la empresa, pudo observar a un cliente que hacía un pedido al encargado, y que al día siguiente, ese mismo encargado le ordenó llevar el pedido para dicho cliente. Para el transporte, siguió con el vehículo de reparto al coche del cliente, que le condujo hasta una finca en Morata de Tajuña.
Continúa explicando en su declaración que, una vez descargado el camión, éste quedó atascado en el barro, y que el cliente les llevó (al declarante y otro empleado apodado Piolín) en un coche hasta una gasolinera en la autopista Valencia-Madrid.
A.G.S. aporta información sobre otras 5 o 6 personas más que vio en la finca a las que dice que podría reconocer sin duda, así como marca, modelo y color de dos coches que observó en la finca. El que utilizaron para llevarle hasta la gasolinera y otro más.

Sin duda, A.G.S. se mostró como una persona muy observadora y buen fisonomista, porque no sólo había transcurrido ya algo más de un mes desde los hechos, sino que cuando declaró, fue capaz de reconocer a Jamal Ahmidan en una fotografía que le mostró la policía, y que procedía de una reseña tomada 12 años antes.

La casualidad de entrar a trabajar el mismo día del encargo... coincidir en estar presente cuando llega el cliente... la memoria... la capacidad fisonomista... puede formar parte de las casualidades de la vida... mientras no comencemos a hacernos algunas preguntas elementales y observar algunos pequeños detalles sobre la oportunidad del testigo.

Por ejemplo: ¿cuándo y cómo conoció la policía que Jamal Ahmidan había comprado materiales en ése almacén? o ¿por qué la policía se interesó por la declaración de A.G.S. y no por la del encargado? o ¿por qué no tomaron declaración al empleado del almacén que acompañó a A.G.S. a la finca y que respondía al apodo de Piolín?


Si nos atenemos a lo que cuenta el sumario, en la mañana del 26 de Marzo la policía conocía ya la dirección de la finca antes de las 11 horas, y hasta las 16:05 no comenzó el registro de la misma. Parece que no tenían prisa alguna ni confianza en encontrar allí a los terroristas, ya que a diferencia de lo ocurrido con el piso de Leganés, ni siquiera llevaron a los GEO (fuerzas especiales de asalto), ni tampoco acudieron los altos jefes de la policía o las cámaras de televisión.
Cabe pensar que algún detalle encontrado en la finca les condujo hasta el almacén de materiales, contactaron con el encargado, este les facilitó el nombre de A.G.S., le citaron o le fueron a buscar y prestó declaración en las oficinas de la policía.


La única circunstancia que impide creer tal cosa es que el registro comenzó a las 16:05, y es de suponer que algún tiempo debió transcurrir antes de encontrar la pista del almacén, luego se contactó (supuestamente) con el almacén, se localizó al encargado y luego a  A.G,.S., se trasladó éste y comenzó a prestar declaración en las oficinas del complejo policial de Canillas sólo 35 minutos exactos después: a las 16:40. Y teniendo en cuenta que si A.G.S. estaba en el almacén se encontraba a unos 20 minutos de Canillas, y si estaba en su domicilio a unos 35, lo contado resulta no creíble. Entre otras cosas porque en absoluto urgía una declaración que ubicase en la finca a Jamal Ahmidan, por una sencilla razón: en la solicitud del mandamiento de entrada y registro de la finca, la policía ya especificó que se trataba de "el domicilio de Jamal Ahmidan". Entonces ¿a qué esas prisas por algo ya sabido?.

Pero no acaban ahí los detalles.


La policía adjuntó a la declaración de A.G.S. un albarán que solicitaron vía fax al almacén, en el que constaba un pedido de materiales y puede verse manuscrito el teléfono 665040605, que es uno de los asignados por la policía a Jamal Ahmidan, lo que pudiera ser considerado como prueba de que el moro hizo el pedido tal y como declaró el testigo; pero ese albarán no lleva fecha del día 20 sino... del día 19.


Tal y como queda documentado en el sumario, los desafíos a las leyes relativas al espacio-tiempo son prodigiosas.

Sin duda, no faltará quien intente considerar que A.G.S. se equivocó sobre la fecha en que comenzó a trabajar en la empresa, o que los policías se equivocaron al escribir las horas de comienzo del registro o de comienzo de la declaración del testigo.

O quien lo considere un testigo ultraligero.

Lo cierto es que a lo largo de todo el sumario los sucesos espacio temporales resultan asombrosos. Por ejemplo, en el folio 1367 cuatro policías certifican que a las 15:15 horas del día 12.03.04 han detenido a unos hindúes a los que acusan de vender unos terminales telefónicos... siguiendo la pista de las declaraciones hechas por su proveedor el día 13.03.04.

No, si al final los centrinos van a resultar ser una minucia.















jueves, 26 de enero de 2012

¡ Y yo se las vendí a 'El Tunecino' !

El 16 de Enero de 2012, 2867 días después de que se llevase a cabo la matanza en los trenes de Madrid, y sosteniendo la idea de que los explosivos fueron activados con terminales celulares dotados de tarjeta, el diario español de tirada nacional, El Mundo,  publicó un reportaje en el que un individuo llamado Mohamed Bakali afirmaba en grandes titulares (página 14): 
"Yo le vendí las tarjetas a 'El Chino'"


Así dicho, y así leído, tiene toda la apariencia de una gravísima auto inculpación, aunque no se sepa muy bien porqué. No obstante, hemos podido comprobar que la venta de tarjetas telefónicas todavía no es delito en España, por lo cual, surge la pregunta inevitable: ¿Y qué me quiere usted decir exactamente con eso... y a estas alturas?. ¿Es eso muy malo?




Pues depende. Para un magrebí llamado Jamal Zougam, la acusación por parte de la policía, precisamente de haber vendido tarjetas telefónicas, le sirvió para, inicialmente, ser detenido acusado de ello, guardarlo en una prisión unos añitos incomunicado, y terminar condenado a un pelín más de 42 siglos de cárcel por otros motivos muy diferentes.

El salto al ruedo, ¡¡2867 días después de la masacre!! de un espontáneo que se atribuye la venta de tarjetas, cuando nadie ha dicho todavía que la venta de tarjetas sea delito, y además, sin que nadie haya podido acreditar que en las explosiones se empleasen teléfonos celulares con tarjetas (ni sin ellas), pues la verdad es que le deja a uno un tanto perplejo. 
Si al señor Zougam no le han condenado por la venta de tarjetas, ¿qué quiere exactamente contarnos ahora el señor Bakali?.
En Agosto de 2010 dimos a conocer la existencia de una tarjeta que creó una enorme discordia entre los investigadores de aquella matanza. Y hablamos entonces de otro señor, llamado Abdul Khaled Al Jondi,  que se presentó voluntariamente ante los mismos policías que habían acusado y detenido a Jamal Zougam por vender tarjetas a uno de los sospechosos de la policía, ¡y les dijo que él también las había vendido a otro sospechoso!.  A este otro señor, los policías no le detuvieron por vender tarjetas (como tampoco detienen ahora al señor Bakali por reconocer haberlas vendido). 
Y él podría vender periódicos con el titular:

"¡ Y yo se las vendí a 'El Tunecino' !"
Pero no. Este señor no vende periódicos. Ni tiene titulares. De hecho,  absolutamente medio alguno de información ha hablado ni de él ni con él. Y eso que reconoció haber vendido a los malos la tarjeta que permitió a los investigadores descubrir, nada más y nada menos el escondite secreto del piso de Leganés.

Uno comienza a preguntarse, cómo pudieron los policías saber que las tarjetas utilizadas en la matanza fueron las vendidas por el señor Zougam y no las vendidas por el señor Al Jondi.
Y teniendo en cuenta que en ninguna de las 10+2 explosiones fueron hallados restos de tarjeta (ni de teléfono) el misterio se torna más insondable... si cabe.

¿Por qué detuvieron al señor Zougam acusado de vender tarjetas a los malos y no detuvieron al señor Al Jondi que declaró haberlas vendido a los mismos malos?

¿De verdad siente curiosidad por saber sobre El Otro?. Pinche aquí.